Litio: será tarde para arrepentirnos
ALEJANDRO MONTT Director de Energía y Recursos Naturales de Albagli Zaliasnik
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ALEJANDRO MONTT
Hace unos días en este medio, el académico Gustavo Lagos advertía que el Fisco perdería cerca de US$ 2 mil millones en impuestos por la demora en la entrada en operación de proyectos de litio necesarios para llegar a una producción de 1 millón de toneladas, entre 2035 y 2040. Agregó que sería posible llegar a dicha producción mejorando la competitividad de inversiones y atribuyó la potencial demora al trámite de consulta indígena, posibles contiendas con concesionarios mineros ubicados en los salares, y al régimen jurídico del litio.
Sin entrar en el análisis de las causas de las demoras, que compartimos, hay que hacerse una pregunta previa: ¿podemos, en nuestras circunstancias actuales, llegar al millón de toneladas para 2035? Cifras de la industria, indican que desarrollar nuevos proyectos para alcanzar un millón de toneladas totales hacia 2030 significaría recaudar, solo por concepto de impuestos y royalty, unos US$ 21 mil millones nominales desde 2026 a 2035, monto equivalente a más de dos CAE o 3,1 años de PGU en régimen.
“La Estrategia Nacional del Litio es insuficiente.El afán de control de decisiones productivas puede significar una farra de proporciones históricas”.
JP Morgan, según consignó también DF, dijo que Chile, con una producción de 215 mil toneladas de LCE, ya pasó al tercer lugar entre los productores mundiales de litio, por debajo de Australia y China. Hoy contamos con posibles aumentos de producción en el Salar de Atacama en los proyectos de SQM (y su inminente alianza con Codelco) y de Albemarle, además de nuevas inciativas de Codelco en Maricunga y de Enami en los salares Alto Andinos. Según Cochilco, la producción de Chile llegaría a 336.000 toneladas de LCE en 2035, por las expansiones de SQM y Albemarle.
¿Es posible, entonces, llegar al millón de toneladas para 2035? Ciertas autoridades de Gobierno han expresado que estarían satisfechas si, durante este mandato, se inicia el desarrollo de “un par” de proyectos adicionales. Es claro que sería una meta del todo insuficiente, considerando el potencial, el desafío y los resultados a los que debiéramos aspirar. Y ni hablar de llegar al millón de toneladas. Lo anterior, sumado a que por quinto año consecutivo Chile cayó en el ranking de inversiones mineras, debería despertar la preocupación de dichas autoridades y alentarlas a buscar otros caminos.
Nuestros competidores aumentarán con mucha mayor fuerza su producción. En Argentina, donde se estima que se materializarán US$ 25 mil millones de inversión en el corto plazo, se espera ya en 2028 superar a Chile y producir para 2030, al menos 450.000 toneladas de LCE. Este país cuenta con al menos 30 proyectos en distintos niveles de avance.
La Estrategia Nacional del Litio, aunque bien intencionada, parece del todo insuficiente. El afán de control de las decisiones productivas puede significar una farra de proporciones históricas, considerando los enormes desafíos de políticas públicas a los que nos vemos enfrentados. ¿No será hora de pensar en la concesibilidad o un programa claro de otorgamiento de contratos especiales de operación, más que llamados a manifestar interés sin consecuencias reales en inversión? De no cambiar el rumbo rápido, será muy tarde para arrepentirnos.